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Hay una idea que resulta básica para empezar a comprender la mente femenina. De hecho, si la tienes en cuenta, será difícil que vuelvas a pensar aquello de "las mujeres son muy raras, no hay quien las entienda" (algo que a veces se dicen incluso ellas mismas, pues desconocen este principio):

Una cosa es lo que las mujeres dicen. Otra, distinta, lo que piensan. Y otra (que a menudo no identifican), lo que les causa emociones.

De lo que podría deducirse:

Una cosa es lo que las mujeres dicen que quieren. Otra, lo que creen que quieren. Y otra, lo que quieren realmente (las atrae), sin saberlo.

Ellas mismas ignoran muchos de los mecanismos que les provocan atracción. Éstos, usados conscientemente o no, son la causa de que todos hayamos oído a alguna mujer atractiva afirmar "no sé qué me hizo" después de caer en las redes de algún tipo del montón. O de que les gusten chicos muy alejados de lo que ellas mismas pueden predicar como "su tipo", e ignoren al que sí encaja como un teórico hombre ideal.

Así que... ¿qué pasaría si conocieras esos dispositivos? No sólo tendrías más facilidad para seducirlas, sino que en un mundo donde la programación social y los medios de comunicacion han dictado unos supuestos caminos para la conquista, tu acción realista y discreta sería tan eficaz como (algo que comenté en un punto del post anterior) imperceptible. Además, si tu realidad es suficientemente fuerte, puedes llevarla a hacer cosas que jamás se le pasaron por la cabeza.

Conozco el caso de un chico que comenzó una historia de encuentros ocasionales con una chica. Durante los primeros meses, ella se mostraba reacia a la idea de tener sexo todas y cada una de las veces que se veían, y, sobre todo, a quedar directamente para ir a su casa, por que, según decía, "ella no era así".

Fíjate en que no argumentaba realmente nada lógico, ni tampoco unas preferencias personales (como que se divirtiera más en el cine que en una cama), lo cual habría sido obstáculo mayor. Lo que dejaba entrever era que sentía que estaba haciendo algo "malo", debido únicamente a su educación y prejuicios (cosa, por otro lado, humana, común, comprensible y respetable).

El chico, sin embargo, supo llevarla por el camino adecuado y, además, no caer en los típicos órdagos ficticios (yo los llamo "órdagos-trampa") de "o novios o nada" que ella, por supuesto, le lanzó. Manteniendo su visión del conjunto (mostrando una realidad más fuerte), conociendo los engranajes venusianos, y con paciencia, consiguió que la chica normalizase en su mente la situación.

Pero la cosa no quedó ni mucho menos ahí: la alteración que produjo en ella fué tan grande que, meses después, cuando conoció a otro chico y comenzó una relación seria con éste, siguió viéndose con mi amigo (!); llegado este punto, claro, sólo para tener sexo (!!). ¿Acaso eso no era, ahora sí, hacer algo malo? (!!!). En apenas un año la había cambiado por completo y sin querer, sólo a base de tener claro lo que él buscaba.

Seguro que tú también conoces a alguna chica que ha variado drásticamente su forma de ver las relaciones tras una experiencia concreta con un algún tio determinado. Y es que todas (o casi todas) las personas funcionamos según los mismos mecanismos. Venimos "iguales" de fábrica, y nos vamos diferenciando unos de otros a partir de nuestras experiencias, educación, y actos previos que interpretamos a posteriori.

Por tanto, si las mujeres piensan según se les ha enseñado a pensar y según sus actos, en la mayoría de los casos tú puedes "reeducar " a partir de tener tus propios esquemas sólidos y de las experiencias que les provoques.

No hablo de cambiar o transformar a nadie a nuestro antojo, ni de usar la controvertida hipnosis o pseudohipnosis con fines seductores, sino de ser el "líder" que a veces necesitan para mostrarles otros caminos y orientar su evolución en una dirección determinada.

No estaría mal, ¿verdad?

Feliz año 2009 (año I de este blog...),

Alfred Pletora