martes, 29 de diciembre de 2009

Disfruta el camino
















Comienzo este post, el segundo de una trilogía con guiños futbolísticos, citando a Jorge Valdano (para los no aficionados, exfutbolista, exentrenador y actual directivo del Real madrid, famoso por su labia argentina y sus consecuentes máximas): "yo quiero que los equipos que entreno jueguen bien porque es la mejor forma de ganar, no por dar una exhibición en sí misma".

Efectivamente, aunque a veces el pragmatismo sea muy eficiente, no hay mejor forma de buscar un adeacuado final y resultado que disfrutando el transcurso del viaje. Igualmente, si el camino es lo que nos ocupa la mayor parte del proceso, la obsesión (muy norteamericana) de marcar y cumplir objetivos puede llevar a olvidar que vivimos en un recorrido y dificultarnos el disfrute del mismo.

Aprovecha, por tanto, para divertirte sin tensiones ni miedos, e incluso intentando desligarte todo lo que puedas del objetivo final, el fascinante proceso del cortejo. Resulta curioso pensar que eso mismo, curiosamente, te lo pondrá más fácil...

Además, no soy de los que creen que el fín justifique los medios (frase que, por cierto, se atribuye a Nicolás Maquiavelo pero que en realidad él nunca "dijo"). Por tanto, a mi forma de ver, recursos como la hipnosis o determinados usos de la PNL quedan reservados para casos muy particulares y justificados.

La seducción es un baile que hay que disfrutar, un juego de "tira y afloja", turnos y tensiones; pero, a fín de cuentas, como todo baile, aunque haya movimiento y alejamientos, no deja de hacerse de la mano de la otra persona. Todo ese proceso, así como saber qué teclas pulsar durante el mismo para que sea golpeada la cuerda indicada en el interior de la mujer y poder guiar sus impulsos y emociones, llega a resultar irresistiblemente excitante.

Por otro lado, estas premisas pueden aplicarse a una dimensión más amplia, ya sea en la vida misma en general o en el mundo de la seducción, donde hay un malentendido afán por mejorar. Contrariamente a lo que defienden corrientes de autoayuda muy seguidas, la felicidad se basa en saber en qué dirección se camina y en el disfrute de la carretera, no en una lista de metas.

Pondré como ejemplo de logros a los dos recordman del fútbol español: a Raúl y a Iker Casillas les he oído decir las siguientes frases, respectivamente "Nunca pienso más allá del próximo partido" y "Mi objetivo es el próximo entrenamiento". Seguro que ninguno de ellos se marcó como meta ser el máximo goleador de la historia de la selección española o del Real Madrid, ni el jugador con más partidos en el club blanco o la roja (marcas estas dos últimas que muy probablemente logrará el guardameta).

Simplemente trabajan a diario en la dirección que eligieron, lo cual a veces da resultados positivamente inesperados (fijémonos en Raúl, que lo ha logrado todo más por su trabajo, constancia y mentalidad que por lo que prometían sus dotes técnicas). Por eso en ocasiones el hecho de marcar un objetivo puede resultar paradójicamente contraproducente: te fuerza a recorrer un camino muy concreto y eso puede incluso limitarte.

Pero el riesgo más habitual es que pueden resultar frustrantes, ya sea porque no se cumplan o porque una vez alcanzados nos veremos en la "necesidad" de establecer otros nuevos, y así sucesivamente. Pues los objetivos a fín de cuentas no dejan de ser (y por eso son tan defendidos por la autoayuda) un camino predeterminado, como la obsesión por "mejorar". Algo a lo que agarrarse cuando no se sabe dónde hacerlo: algo en lo que creer.

Feliz comienzo de año,

A.P.

seduccionpractica@hotmail.es


P.D.: quisiera aclarar que no tengo nada contra la autoayuda en sí misma. De hecho, he leído varias obras (por eso hablo con conocimiento de causa). Entiendo también que, como he dicho, todo el mundo necesite algo en lo que creer y en estos tiempos donde la religión decae, se aferre a cualquier cosa. Lo que me sorprende es que, al igual que toda la filosofía de más de veinte siglos han sido pequeñas revisiones a las grandes obras griegas, la autoayuda no deja de ser grandes clásicos (por ejemplo, así "a bote pronto" me viene a la cabeza el Siddharta de Herman Hesse) explicados para niños de primaria, dándole unas gotitas de misticismo para que quede más molón. Por eso no llego a comprender su éxito, pues no supone nada nuevo bajo el sol... salvo cerebros con la necesidad de recibir las cosas aún más masticaditas.


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