miércoles, 10 de junio de 2009

Hola, ¿estás sola?





















En el post "Introducción al abordamiento" expliqué los inconvenientes que en mi opinión tiene el uso de frases hechas para "entrar" a una chica (parecer aritificial, riesgo de que conozca esa frase, etc.). Ahora hé de añadir otro silogismo a mi crítica:

Reconozco que los "abridores" sirven para quitar el miedo inicial, por tanto se supone que cuando ya tengas más práctica podrás prescindir de ellos y utilizar formas de abordamiento más simples. ¿Qué significa ésto? Pues que realmente el valor de ese material enlatado no reside en que sean frases o preguntas con poderes mágicos para fascinar, ni siquiera el hecho que abran conversaciones; sino que te dan cierta seguridad. La seguridad de saber qué vas a decir y de que es muy probable que con ello te vaya bien. Moraleja: lo importante es la sensación que te proporcionan, no lo que dices.

Supongo que ese es el motivo por el que siempre he defendido trabajar directamente la sociabilidad, seguridad y don de gentes generales (revisar "Timidez y sociabilidad"). Así, desde un principio y (siempre) poco a poco podremos acercarnos siendo naturales y espontáneos, prescindiendo de frases de entrada. El proceso es lento, pero una vez comenzado, se convierte en una bola de nieve y se escalan fases casi sin querer. Antes de lo esperado, llegará un momento en lo harás tan natural que te costará recordar cómo has empezado a hablar con una chica determinada (lo cual te garantizo que te propocrionará una increíble sensación de seductor).

Para hacer más gráfica la explicación sobre el escaso valor real de las frases de entrada contaré dos ejemplos que me suceden a menudo en locales nocturnos y que me resultan muy ilustrativos:

a) Veo a una chica atractiva. La miro hasta que ella se da cuenta y me devuelve la mirada. La mantiene un par de segundos y la retira. Al poco, nos buscamos de nuevo. A veces también cruzamos una leve sonrisa. Tengo señales más que de sobra (normalmente, menos son suficientes). Sin embargo, dudo (por el motivo que sea) y tardo en ir a por ella. Busco establecer contacto visual más veces. Ella ya no me lo ofrece, pues cree que he tenido suficiente (como, de hecho, ha sido). Por miedo a perder la ocasión, finalmente me decido y me lanzo. Lógicamente, la cosa sale mal. Tardé, vacilé, y eso indicó falta de seguridad: eliminado.

b) Veo a una chica atractiva. La miro hasta que ella se da cuenta, cruza la mirada conmigo fugazmente, la aparta y sigue a lo suyo: no le he entrado por el ojo. ¿Eliminado? Eso parece, pero comprobémoslo: en lugar de seguir intentando contacto visual, me acerco (con especial cuidado, después de la primera "negativa"), poco a poco llamo su atención con mi conversación y actitud, y la cosa termina bien... Muy bien... A veces, inmejorablemente.


Resulta evidente que la clave estuvo en que mis actitudes eran distintas. En el primer caso no habría descansado bien, o no me sentiría a tope, o "mil cosas", lo que afectaba muchísimo a mi intensidad y seguridad (a mi energía, en definitiva) haciéndome estar falto de chispa.

Ello, a pesar de que los abridores que yo conocía y podría manejar eran los mismos. Es más, en algunas situaciones en las que he recurrido a ellos, he llegado a usar exactamente el mismo, y el bagaje siempre ha estado en función por el factor anterior, no de si los utilizaba o no. Por tanto, mejor sin abridor y seguro que con él e inseguro.

Así que para concluir resumiré en esta idea: lo importante no es lo que se haga o lo que se diga, sino el cómo se haga y se diga. Con frases mágicas o sin ellas, las mujeres rápidamente captarán si realmente tienes algo que ofrecerles. Preocúpate de eso y no de memorizar jueguecitos.

Saludos,

A.P.

seduccionpractica@hotmail.es
Facebook "Alfred Pletora"

1 comentario:

  1. Las formas nos encauzan hacia el exito o nos destinan al fracaso.

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